14 feb 2017

Mitt liv i Norge VI (Comida)

Tengo que reconoceros que este tipo de post en los que hablo de temas que controlo son los que más me cuesta hacer. ¿El motivo? Pues porque siempre he sido muy crítico con esos bloggers que cuando hablan de algo que le gusta parece que lo hayan sacado de la Wikipedia (de hecho más de uno ha calcado entradas de la Wikipedia para hacer sus posts) y aunque cada cual es libre de hacer lo que le dé la gana creo que este tipo de posts ganan más cuando el autor las hace suyas usando sus propias expresiones, opinando, contando anécdotas personales...

Sigo haciendo un repaso a mis años en Noruega, una etapa que me marcó mucho por el misticismo que tiene el país y también porque me pilló en unos años cruciales en la vida de cada persona.

Comienzo con una anécdota que me ha pasado varias veces y que tiene que ver con una de las grandes tradiciones escandinavas: se considera una gran falta de educación que cuando vas a casa de alguien y te ofrecen cosas de comer y beber te niegues o no pruebes nada de lo que te ponen por delante porque tienen la creencia de que si desprecias algo que te ofrecen es que desprecias a esa persona. La primera vez que me pasó esto fuimos a merendar mi padre y yo a casa de unos compañeros suyos de trabajo y entre otras cosas pusieron tarta princesa (prinsessekake en noruego y prinsesstårta en sueco, de donde procede la receta) una tarta que estaría muy buena sino fuera porque aparte de estar hecha con bizcocho, vainilla, nata y mermelada va cubierta de una espesa capa de mazapán de colores (normalmente verde) y da la casualidad de que odio el mazapán.

Ante la escrutadora mirada de los señores Larsen, los compañeros de mi padre y sus tres hijos, contemplaban con una mezcla de curiosidad y desagrado como no había probado nada de la tarta y cuando me di cuenta de lo que querían me vi comiendo tarta como el que se llevaba una cucaracha a la boca, cerrando los ojos e intentando disimular el desagrado que me provocaba el mazacote de mazapán que envolvía que una tarta que, por otra parte estaba deliciosa. Si hubiera estado habría hecho como cuando mi padre la compraba: raspar la capa de mazapán con la cuchara y comerme el resto. Lo malo de ser tan expresivo es que a los señores Larsen le quedó claro que la tarta me había gustado tanto como meter la mano en la licuadora.


El resto de veces que me vi obligado a seguir con el protocolo de allí fue siempre con un plato noruego que siempre me ha parecido muy singular: el smalahove, una cabeza de cordero entera (bueno, sin piel ni cuernos pero con todo lo demás) que se ahuma, se sala, se cuece y se sirve cortado en lonchas y acompañado de puré de patatas generalmente en navidades y otros festivos. También es verdad que si mi primera toma de contacto con dicho plato no hubiera sido viendo como se prepara hubiera crecido feliz y despreocupado comiendo smalahove sin preocuparme por cómo se hace ni qué es realmente. Así pasó la primera vez, que fue probar una loncha e irme al baño a echar la primera papilla, después es un plato que he intentado evitar siempre que he podido (a eso ayudaba que mi padre era muy fan del otro plato festivo noruego por antonomasia, el pinnekjøtt, un guiso de costillas ahumadas)

Al contrario de lo que pasa en muchos países casi toda la carne que se consume en Noruega es de caza, la cual por consiguiente está más barata que las carnes de granja y es muy normal cruzarse con animales salvajes por la calle, sobre todo de noche. Aún me acuerdo de una noche que bajé a tirar la basura y como vi un alce merodeando el contenedor más cercano me fui al siguiente por si al bicho (aunque son muy pacíficos) se le giraba la neurona y me corneaba.

Aunque el apartado más sustancioso de la cocina noruega es el concerniente a pescados y mariscos como podéis imaginar. El salḿón, el bacalao, la trucha, la caballa y el arenque no pueden faltar en una mesa noruega, como del salmón se sabe mucho gracias a la globalización y las sopas de marisco y pescado de allí no son tan diferentes de las que tenemos aquí: el rakfisk es trucha en salazón que fermenta durante tres meses, se corta en filetes y se consume crudo (no pongáis esa cara que luego bien que os gusta ir de sofisticados a comer sushi al japo de turno) mientras que el lutefisk es bacalao fermentado con sosa en un proceso que lleva varias semanas y es muy complejo, el motivo de este proceso es para que coja la textura gelatinosa que le da estar en contacto con la sosa pero para hacerlo comestible tiene que estar sumergido en agua (que se cambia todos los días) durante varios días. Es un manjar pero es un coñazo porque aparte del proceso de preparación hay que ser muy cuidadoso al cocinarlo y todo utensilio con el que haya estado en contacto tiene que limpiarse inmediatamente porque si se endurece luego es imposible de quitar.

Una verdens beste, por si había dudas
Ya he hablado de la tarta princesa pero aunque se consume mucho en Noruega realmente la receta es de Suecia, el país vecino. Los postres típicos noruegos son la suksesskake (tarta del éxito), hecha a base de almendras y nata, y la verdens beste (la mejor del mundo, ahí, confiando mucho en la receta) a base de bizcocho, merengue, crema de vainilla y almendras con el bizcocho cortado longitudinalmente y capas alternas de bizcocho, merengue y vainilla y las almendras como cobertura. Por supuesto hay muchas variantes de la verdens beste pero las que más triunfan son la original y la de chocolate. No hace falta que aclare que es mucho más contundente la verdens beste que la suksesskake.




I am calm
Mild and meek
I often do
Avoid to speak

But my mouth says
The words she likes
I play the game
She decides

"Never ask at all time
Keep it disguised
Let no one know"

Tell me, who gave you
These rules?
You never made no promise, boy

Inside I'm not
The way she thinks
She doesn't know
About my salty drinks

But I won't tell
It just never fits
I'd rather swell
Than ask for it

Far underneath
My belly screams
But a mouth curb
Allays, it seems

The circumstances
Dictatorship
I cannot change
Guess I deserve the whip